«Por aquella época, Asdrúbal […], actuando de modo inteligente y pragmático, hacía en todo grandes avances […]. Los romanos, al ver que el poderío de los cartagineses era cada vez mayor y más temible, se decidieron a intervenir en los asuntos de Iberia. Cayeron en la cuenta que se habían dormido en los tiempos anteriores y que habían permitido a los cartagineses constituirse en una gran potencia, por lo que intentaron, en lo posible, recuperar el tiempo perdido. Por aquel entonces no se atrevían a dar órdenes a los cartagineses o a hacerles la guerra, ya que pendía sobre su nación el temor de los celtas y esperaban cada día una invasión. Adulando a Asdrúbal y tranquilizándole, decidieron hacer frente a los celtas y luchar contra ellos. Pensaban que jamás podrían dominar Italia y ni siquiera habitar seguros en su patria, teniendo a tales gentes como vigilantes sobre sus cabezas. Por estas razones, enviaron embajadores a Asdrúbal para firmar un acuerdo en el que, sin mencionar al resto de Hispania, se decía que los cartagineses no podían atravesar el río Ebro con fines belicosos. Al mismo tiempo emprendían la guerra en Italia contra los celtas.»
Polibio. HISTORIAS
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Ofensiva de Aníbal Barca sobre la península Itálica |
CLASIFICACIÓN: Nos encontramos ante un texto de naturaleza historiográfica, ya que es fruto de la investigación histórica. Fue escrito por Polibio (200-118 a. C.), historiador griego, de gran repercusión en su época y una de las fuentes principales para conocer la Historia Romana. Este fragmento pertenece a su obra Historias, un compendio de 40 volúmenes, que comienza con la primera Guerra Púnica y finaliza con la destrucción de Carthago, escrito probablemente a partir del 150 a. C., casi 75 años después de los hechos narrados. En este fragmento se relata la firma del Tratado del Ebro entre la República Romana y Carthago. La finalidad del texto es divulgativa y didáctica y está destinada al público en general.
ANÁLISIS: La idea principal que se desarrolla en el texto es la firma del Tratado del Ebro, entre Roma y Carthago y que tenía como finalidad garantizar la paz en la región de Hispania.
Para entender el texto se hace necesario aclarar algunos conceptos. En la primera línea, se hace alusión a Asdrúbal, quien fue general y caudillo cartaginés perteneciente a la dinastía bárquida. Debido a su habilidad diplomática consiguió establecer alianzas con los pueblos íberos de la península Ibérica y dominar el territorio. En el 238 a. C. funda la ciudad de Qart Hasdasht o Carthago Nova.
También se hace alusión a los pueblos celtas, se trata de pueblos que habitaban en el centro y norte de Europa. En sentido general se denomina así a todos los pueblos que hablaban lenguas celtas, una rama de la lengua indoeuropea y tenían una cultura común desde la Edad del Hierro, denominada cultura material de Hallstatt o de La Tené, con ellos se identifican a los galos en la Galia, los celtíberos en Hispania, los Helvecios en el norte de la península Itálica desde los Alpes hasta el Danubio o los gálatas en Anatolia y Rumanía. Para los romanos eran pueblos muy belicosos, organizados de forma tribal, dominados por una aristocracia guerrera. Se dedicaban generalmente a la ganadería y actividades de saqueo y pillaje. Su carácter insumiso frente a Roma dio lugar a largas y sangrientas guerras entre la República Romana y los celtas. En época de Augusto, la mayoría de estos pueblos habían sido dominados por el Imperio Romano.
Por último nos habla del Tratado del Ebro, posiblemente firmado en el 226 a. C. entre la República Romana y Carthago, su finalidad era mantener el status quo en la península Ibérica. Se trata de un reparto de las zonas de influencia en la península Ibérica entre las dos grandes potencias mediterráneas, quedando el norte del Ebro bajo influencia romana, mientras el sur del Ebro sería de influencia cartaginesa.
COMENTARIO: En el siglo III a. C. tras la desaparición del Imperio de Alejandro Magno, Roma y Carthago se erigen en las dos grandes potencias que dominan el Mediterráneo. Entre el 264-241 a. C. tiene lugar la Primera Guerra Púnica entre ambas, la victoria a favor de la República Romana se saldó con la pérdida de Sicilia y el pago de 3200 talentos de plata por parte de Carthago, además de perder su dominio naval en el Mediterráneo Occidental.
Amílcar Barca, general cartaginés derrotado, decidió expansionarse por la península Ibérica como solución a la difícil situación de Carthago. Su yerno, Asdrúbal el Bello, gracias a una extraordinaria habilidad diplomática consiguió establecer alianzas con los pueblos íberos y dominar todo el sur de la península Ibérica y fundar una nueva capital Qart Hadasht o Carthago Nova.
La República Romana comienza a ver una amenaza en los cartagineses de la península Ibérica. Todavía debilitados por la Primera Guerra Púnica y las invasiones de los celtas del norte deciden pactar con Asdrúbal el Bello, un reparto de las zonas de influencia en la península, situando la frontera en el río Ebro. Lo que les permitiría cierta estabilidad política para hacer frente a las guerras con los celtas.
En el 221 a. C., Asdrúbal el Bello muere y su cuñado, Aníbal, pasa a liderar a los cartagineses en Hispania, comenzando una política más belicosa que la de su hermano y planeando la invasión de Roma. Una de las primeras medidas que toma es el ataque y asedio de la ciudad de Sagunto en el 219 a. C. Para la República Romana esto suponía una vulneración del Tratado del Ebro, ya que la ciudad de Sagunto era aliada de Roma, sin embargo, Aníbal se defiende diciendo que está bajo la zona de influencia cartaginesa.
La toma de Sagunto se convierte así en el «casus belli» de la Segunda Guerra Púnica. Aníbal, siendo consciente de la superioridad naval de Roma inicia una ofensiva por tierra, con una gran expedición, de hombres, caballos y elefantes que logró atravesar los Alpes e invadir la península Itálica. Mientras en la península Ibérica, Publio Cornelio Escipión (padre) comienza la ofensiva desde el Norte del Ebro. Durante 8 años, Aníbal consigue victorias en la península Itálica y avanza lentamente hacia, la capital, Roma, Publio Cornelio Escipión trata de hacer lo mismo en Hispania.
El curso de la guerra cambia en torno al año 211 a. C. En la península Itálica, Aníbal, había conseguido llegar a las puertas de Roma, sin embargo, decide retirarse debido a problemas en el abastecimiento de sus tropas así como en las enormes fortificaciones que tenía la ciudad. Ese mismo año comienza la ofensiva de Escipión el Africano (Publio Cornelio Escipión hijo) en la península Ibérica que en el 209 a. C. logra conquistar Carthago Nova. En el 206 a. C. Escipión el Africano ha conseguido liquidar el poder cartaginés en la península Ibérica.
En el año 204 a. C. Escipión se traslada con su flota a África, con el fin de atacar la ciudad de Carthago. En el año 203 a. C. Escipión consigue colocarse a las puertas de Carthago, Aníbal, ante la imposibilidad de ganar la contienda y la inutilidad de seguir resistiéndose decide rendirse.
Aníbal y Escipión son los protagonistas de las negociaciones de paz, que serán ratificadas en el 201 a. C. por el senado romano y cartaginés. La paz se salda con la pérdida de todas las posesiones cartaginesas fuera de África, prohibición de declarar la guerra sin permiso de Roma, y el pago de 10000 talentos de plata en 50 años.
La guerra tuvo unas enormes consecuencias en el Mediterráneo, dejando a Carthago en un segundo plano, mientras la pequeña ciudad del Tíber se convertía en la mayor potencia militar del Mediterráneo Occidental.
El desenlace final tendrá lugar unos 50 años después con la Tercera Guerra Púnica (149-146 a. C.) que llevó a la destrucción total de Carthago y a la muerte o esclavitud de sus habitantes.
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