
Templo de Hera en Paestum
Templo de Hera en Paestum
Clasificación
El Templo de Hera en Paestum, conocido también como la Basílica, es una obra emblemática de la arquitectura griega arcaica. Se construyó hacia la segunda mitad del siglo VI a.C., aproximadamente en el año 550 a.C., en la antigua ciudad de Poseidonia, hoy Paestum, situada en la región de Campania, Italia. Perteneciente al orden dórico, muestra características propias de su fase temprana, con elementos robustos y proporciones masivas. Principalmente, este templo se asocia al culto de Hera, aunque se ha planteado la posibilidad de que estuviera dedicado a otras divinidades como Apolo o Poseidón. Su estado de conservación es extraordinario, lo que lo convierte en una fuente esencial para el estudio del templo griego en sus inicios. En resumen, se trata de una de las obras más antiguas y significativas del arte griego en la Magna Grecia.
Descripción
Este templo pertenece a la tipología de templo períptero, es decir, rodeado completamente por una columnata exterior. Concretamente, cuenta con nueve columnas en la fachada y dieciocho en los laterales, configuración poco común en el canon dórico posterior. A causa de esta disposición, la planta resulta más ancha y maciza que la de templos posteriores. Fue construido con piedra caliza local, recubierta con estuco blanco para emular el mármol, una técnica común en la época. La planta interna está compuesta por una cella dividida en tres naves mediante dos filas de columnas centrales, algo inusual en templos dóricos. La fachada presenta columnas acanaladas sin basa, con capiteles dóricos simples. Los elementos sustentantes son las columnas y muros de carga, mientras que los elementos sustentados comprenden el arquitrabe, el friso y la techumbre. La estructura es adintelada y simétrica, siguiendo los cánones griegos. La cubierta, ya desaparecida, habría sido a dos aguas, construida con vigas de madera y tejas cerámicas. El alzado es macizo y bajo, con columnas gruesas y distancias intercolumnares mínimas. En cuanto a los elementos decorativos, apenas se conservan, pero se presume que las metopas estuvieron policromadas, aportando color al conjunto.
Análisis
La luz cumple un papel importante en la percepción del templo. Aunque la densa columnata limita la entrada directa de luz, los intercolumnios generan un ritmo visual de sombra y claridad. Dentro del templo, el espacio era poco iluminado, lo cual subraya su carácter sacro. El color, originalmente más vibrante gracias a la policromía, se ha perdido con el tiempo. Sin embargo, los restos de estuco evidencian un acabado claro y uniforme. El volumen del templo se define por elementos simples y geométricos, como columnas, arquitrabes y frontones. Desde el exterior, domina la horizontalidad, con una proporción masiva que transmite estabilidad. En el interior, la presencia de columnas centrales introduce un eje longitudinal marcado. El ritmo se establece por la regularidad de las columnas, aunque la disposición impar en la fachada rompe la simetría perfecta, lo que refleja la fase arcaica del diseño. Las proporciones del templo, más cortas y robustas que en el periodo clásico, sugieren una voluntad de expresar fuerza y permanencia. Por lo tanto, el conjunto transmite una estética de monumentalidad y orden.
Comentario
En primer lugar, conviene situar esta obra dentro del contexto del periodo arcaico griego, cuando se consolidan los principios básicos de la arquitectura clásica. El orden dórico surge en el Peloponeso, pero encuentra su máxima expresión inicial en las colonias de la Magna Grecia, como Paestum. Gracias a estas colonias, el arte griego se difundió y adaptó a nuevos territorios. El Templo de Hera, en particular, representa una síntesis entre la tradición continental y la experimentación local.
A diferencia de obras posteriores, esta presenta irregularidades que evidencian una fase de transición: número impar de columnas, proporciones más anchas y división interna poco común. Estas particularidades no deben verse como errores, sino como manifestaciones de un lenguaje arquitectónico en evolución. Efectivamente, estas decisiones muestran una preocupación tanto por la función religiosa como por la expresividad monumental.
El culto a Hera, diosa del matrimonio y la familia, era central en esta región. Por eso, la disposición tripartita de la cella puede responder a necesidades rituales específicas. Así pues, la arquitectura se convierte en vehículo del pensamiento religioso y social. Además, la ubicación del templo dentro del urbanismo de Paestum sugiere que desempeñaba un papel central, tanto simbólica como físicamente.
Los rasgos propios del dórico arcaico se evidencian en la solidez de las columnas, el uso de metopas y triglifos, y la ausencia de decoración escultórica figurativa. En contraste con el orden jónico, el dórico es más austero, pero igualmente expresivo. El Templo de Hera se convierte así en un modelo primitivo pero claro de estos valores estéticos.
Entre las obras comparables se destacan el Templo de Artemisa en Corfú y el Templo de Apolo en Corinto, que presentan características similares. Sin embargo, el templo de Paestum sobresale por su grado de conservación y su planta singular. Respecto a los autores, como era habitual, sus nombres no se han conservado. La autoría arquitectónica en Grecia era, en esta época, colectiva y anónima, centrada en la función pública del arte.
Conclusión. Templo de Hera en Paestum
En definitiva, el Templo de Hera en Paestum es una obra clave para comprender el nacimiento y desarrollo de la arquitectura griega monumental. Su construcción, a mediados del siglo VI a.C., refleja una etapa de afirmación cultural en las colonias griegas del sur de Italia. A través de sus proporciones, materiales y diseño, se manifiesta una voluntad de permanencia, sacralidad y orden.
Su principal aportación a la historia del arte radica en mostrar una versión temprana del orden dórico, con soluciones arquitectónicas que, aunque arcaicas, anticipan desarrollos más maduros del periodo clásico. Además, su influencia ha sido notable en siglos posteriores. Durante el Neoclasicismo, fue estudiado como modelo de pureza formal. En el siglo XX, inspiró a arquitectos racionalistas que valoraban su claridad estructural y su ausencia de ornamento superfluo.
Concluyendo, el Templo de Hera no solo representa el pasado, sino que ha proyectado su sombra y su forma en numerosas obras posteriores. A pesar de los siglos, sigue siendo una lección viva de arquitectura, proporción y expresión simbólica.
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- Wikipedia