“Ni el gobierno ni la nación podía transigir con las pretensiones de otra nación de intervenir en nuestros asuntos y en nuestros propios territorios y menos podía transigir con la ignominia de que se retiraran nuestros ejércitos y nuestras escuadra del territorio y las aguas de Cuba. Pero como si eso no fuera bastante, como si no bastara esa exigencia imposible, han pretendido ofendernos con una calumnia infame (el hundimiento del crucero norteamericano Maine) y que si por lo increíble y absurda no nos puede ofender no puede menos de llenar nuestros corazones de santa indignación ante la vileza de quienes han tenido el atrevimiento de lanzarla como motivo de agresión para disputarnos nuestros derechos y para arrebatarnos nuestra indiscutible soberanía. Pero no basta esto, señores diputados, y el Senado norteamericano ha hecho y dicho cosas que no se ha atrevido a decir ninguna Asamblea compuesta de personas que en algo se estimen, ha concretado la calumnia atribuyendo esta infamia, señores diputados, nada menos que a los oficiales de nuestra Marina, en cuyo nombre he protestado también y quiero volver a protestar aquí con la mayor indignación de tanta villanía que yo arrojo a la frente de los que juzgan por sí a los demás, les suponen capaces de cometer maldades que sólo ellos en su caso cometerían. A pesar de nuestros esfuerzos, a pesar de nuestros sacrificios, a pesar de las amarguras que en silencio hemos devorado, la guerra se ha hecho inevitable. No podíamos ya sufrir tanta afrenta. La nación española puede ser vencida pero jamás impunemente afrentada. A la guerra, pues, vamos y vamos con la conciencia tranquila, vamos sin ruido y sin arrogancias, pero decididos a cumplir con el deber que el patriotismo nos impone, sin vacilación y sin temores, y mucho menos con pánico ninguno.”
Discurso de Sagasta al Congreso de los Diputados. 27 de Abril de 1898.
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Práxedes Mateo Sagasta. Presidente del Gobierno en 1898 |
CLASIFICACIÓN: Nos encontramos ante una fuente primaria, de naturaleza histórico-circunstancial y de carácter político. Se trata de un discurso parlamentario de Práxedes Mateo Sagasta, político progresista, participó en la revolución “La Gloriosa”. Tras el Sexenio Democrático, aceptó la vuelta de la dinastía Borbón, y fue presidente del Gobierno varias veces durante el Periodo de la Restauración, precisamente en la fecha del discurso que se presenta, en plena Crisis de Cuba, Sagasta era el presidente del gobierno. La fecha del documento es el 27 de Abril de 1898, durante la regencia de María Cristina, en los momentos previos a la guerra hispano-norteamericana.
ANÁLISIS: La idea principal que se esgrime en el texto es la de justificar la entrada de España en guerra contra Estados Unidos. Cuando se refiere a “calumnia infame”, Sagasta habla de la acusación tanto de la prensa norteamericana del hundimiento del crucero norteamericano Maine, anclado en el puerto de la Habana, en el que murieron 254 soldados americanos. Los medios de comunicación no dudaron de acusar de boicot o conspiración a Estados Unidos, incluso antes de que comenzaran las comisiones de investigación. Hoy en día, sigue sin conocerse exactamente las causas de la explosión que hundieron el Maine, aunque la historiografía exime de responsabilidad al Gobierno y Armada española.
COMENTARIO: El problema cubano se inicia en 1868 con la Guerra de Cuba, debido a un malestar entre los criollos con la oligarquía de origen peninsular que dominan la administración y gobierno de la isla. Reivindican principalmente mayor autonomía política y una mayor libertad de comercio. El asunto se resuelve con la Paz de Zanjón en 1878, con un acuerdo que no era más que una tregua, con algunas concesiones de autonomía, poco después, en 1880 se aboliría la esclavitud, pero el movimiento autonomista seguía activo. En 1892 se forma el Partido Revolucionario Cubano, con claros tintes independentistas que comienzan a ver necesaria la guerra para conseguir sus objetivos. En este entorno comienza la Segunda Guerra Cubana en 1895 liderada por José Martí en Cuba.
Por su parte, Estados Unidos, practica una clara política anticolonialista, no participa en la Conferencia de Berlín de 1895 y queda fuera del reparto de África y Asía. Sin embargo, comienza a practicar un nuevo tipo de Imperialismo, caracterizado por el control económico, a diferencia de las potencias europeas que aspiraban a tener un control militar y soberanía política sobre el territorio. Dentro de estas tesis imperialistas destaca la doctrina del presidente Monroe que preconizaba “América para los americanos”. En la práctica, la doctrina Monroe, comenzó a ejercer influencia en algunos enclaves caribeños, pero veía en Cuba uno de los territorios más importantes. Las relaciones comerciales entre Cuba y Estados Unidos eran florecientes, siendo Estados Unidos el mayor importador de azúcar y tabaco desde la isla caribeña.
Estados Unidos contemplaba con expectación el conflicto cubano-español, con claro apoyo de los isleños. El hundimiento del Maine, en 1898, sea cual sea su causa, fue sin duda la excusa que necesitaba para intervenir en la guerra a favor de Cuba, que finalizará con la victoria de Estados Unidos.
CONCLUSIONES: La Guerra Hispano-Estadounidense tuvo consecuencias inmediatas. Para Estados Unidos significó su presentación en el escenario internacional como nueva gran potencia, que había conseguido vencer a una potencia europea histórica, y el principio de la aplicación de la doctrina Monroe en Hispanoamérica. Para España las consecuencias fueron otras, las consecuencias inmediatas fueron la pérdida de sus últimos territorios de ultramar, en 1898 se liberaron Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en 1899 vendería las Marianas y Carolinas a Alemania. Pero sin duda, las consecuencias tuvieron un calado mucho más profundo que daría lugar a una crisis identitaria como nación, sin Imperio y derrotada por una nueva potencia, los círculos políticos e intelectuales comienzan a cuestionarse la propia identidad nacional. Así aparecen movimientos culturales como la conocida como Generación del 98 formada por literatos e intelectuales como Machado, Ortega y Gasset, Valle Inclán, o pintores como Zuloaga. Por otro lado, en el ámbito político surge el movimiento “Regeneracionista” con Joaquín Costa como principal ideólogo que pretendía una regeneración política y criticaba la falsa democracia española afectada por la corrupción política y el caciquismo. Además surge el movimiento regionalista y nacionalista, con partidos políticos como PNV o la Lliga Regionalista que complicarán la escena política del país, y un sistema democrático que irá agonizando hasta el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923, poniendo fin el periodo de la Restauración.