Toma de Numancia
Escipión edificó siete fuertes alrededor de la ciudad y comenzó el asedio…; posteriormente designó los jefes de cada una de estas partes, dando al mismo tiempo la orden de rodear la ciudad con un foso y una valla… Cuando hubo concluido esta obra, de forma que si el enemigo intentaba algo podía ser fácilmente rechazado, un poco más allá de esta fosa y a poca distancia construyó otra, guarneciéndola de estacas y con un muro de ocho pies de ancho y diez de alto, sin contar las almenas. Se levantaron también torres por todas partes, a cien pies de distancia unas de otras, y al no ser posible cercar la laguna próxima, construyó a través de ella de la misma anchura y altura para suplir la muralla.
Apiano, Iberia, 90
Comentario de la Toma de Numancia
Clasificación
Nos hallamos ante un fragmento de la obra Iberia, escrita por Apiano de Alejandría, un historiador greco-romano que vivió en el siglo II d.C., bajo el gobierno de los emperadores Adriano y Antonino Pío. Esta obra forma parte de su Historia Romana, donde dedica un libro completo a la conquista de la península ibérica. El fragmento en cuestión describe con detalle el asedio final de Numancia, en el año 133 a.C., a manos del general romano Publio Cornelio Escipión Emiliano, una figura destacada de la aristocracia romana.
Es importante señalar que, aunque Apiano no fue testigo directo de los hechos, su testimonio se basa en fuentes anteriores, probablemente escritas por cronistas romanos, y en tradiciones historiográficas transmitidas oralmente o por documentos oficiales. Por lo tanto, este texto debe clasificarse como una fuente secundaria, con una naturaleza historiográfica. En cuanto a su carácter, es un texto público, concebido para una audiencia culta dentro del Imperio Romano. Su intencionalidad es doble: por un lado, informativa, al ofrecer una reconstrucción detallada del hecho histórico, y por otro, propagandística, al destacar la superioridad militar y moral de Roma.
El autor, que escribe desde una posición de admiración hacia la organización imperial, no oculta su sesgo favorable hacia los romanos, lo que se refleja claramente en la forma meticulosa y ordenada con la que se describe el cerco. Así pues, esta fuente se enmarca también en un discurso de legitimación del poder imperial.
Análisis
La idea principal del texto es exponer la estrategia militar aplicada por Escipión para someter a Numancia, basándose en una táctica de asedio total. Una estrategia aracterizada por una planificación detallada, un uso avanzado de la ingeniería militar y una ejecución eficaz destinada a rendir al enemigo por agotamiento.
A partir de esta idea, el autor desarrolla diversas ideas secundarias que configuran el núcleo del relato:
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Construcción sistemática del cerco: Escipión ordena edificar siete fuertes alrededor de la ciudad, lo que permite comprender que el control territorial y la vigilancia constante eran elementos centrales en la estrategia romana.
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Uso de obras defensivas y ofensivas: El levantamiento de una doble línea de defensa —foso, valla, muro y torres— indica un dominio tanto del terreno como del espacio bélico. Además, la atención al detalle, como la distancia entre torres o las dimensiones exactas del muro, refleja la mentalidad pragmática y técnica del ejército romano.
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Dominio sobre el medio geográfico: A pesar de la dificultad de cercar la laguna, Escipión manda construir a través de ella una barrera que garantice el aislamiento total de la ciudad. Este pasaje evidencia el grado de compromiso del ejército con la estrategia diseñada y la determinación por lograr la asfixia logística del enemigo.
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Centralización del mando: Escipión no solo diseña la operación, sino que designa jefes para cada una de las partes del cerco. Este dato subraya la estructura jerárquica y disciplinada del ejército romano, en contraste con la organización más descentralizada de los pueblos celtíberos.
Estas ideas, evidentemente, no aparecen de forma neutra. El relato busca poner en valor la capacidad de autocontrol, la eficiencia logística y la previsión estratégica que caracterizaban a Roma, incluso en escenarios hostiles y prolongados.
Comentario
La toma de Numancia, narrada por Apiano, debe ser situada dentro del proceso más amplio de la conquista romana de Hispania, una campaña que se extendió aproximadamente entre los años 218 a.C. y 19 a.C. Este proceso se suele dividir en tres grandes etapas: la primera, correspondiente a la Segunda Guerra Púnica (218-197 a.C.); la segunda, que abarca las Guerras Celtíberas y Lusitanas (154-133 a.C.); y una tercera etapa de consolidación en el norte, especialmente con las Guerras Cántabras (29-19 a.C.).
La toma de Numancia, tal como la describe Apiano, se sitúa en la segunda fase de la conquista romana de Hispania. Esta etapa abarca las Guerras Celtíberas y Lusitanas, desarrolladas entre los años 154 y 133 a.C.. Es, decididamente, una de las fases más intensas y prolongadas de oposición indígena al poder de Roma. Durante esta etapa, Roma enfrentó una resistencia constante de los pueblos del interior peninsular. Los lusitanos, en el oeste, fueron dirigidos por Viriato. Los celtíberos, en el centro, defendieron enclaves como Numancia con una determinación extraordinaria.
Numancia, ubicada en la actual provincia de Soria, resistió repetidamente a las legiones romanas. Su defensa se prolongó durante más de veinte años. A causa de este fracaso prolongado, Roma recurrió a un comandante de prestigio: Publio Cornelio Escipión Emiliano. Escipión, ya famoso por destruir Cartago, cambió la estrategia romana. En vez de atacar directamente, optó por un asedio total y prolongado. Esta decisión supuso un giro en las tácticas romanas en Hispania.
El texto de Apiano refleja con detalle esta táctica. Escipión ordenó la construcción de siete fuertes alrededor de la ciudad. Luego, mandó cavar fosos, erigir vallas y levantar murallas. También se instalaron torres de vigilancia cada cien pies. La precisión de estas obras muestra una planificación racional y eficaz. Incluso la laguna próxima a Numancia fue cercada con estructuras. Con ello, se logró el aislamiento completo de la ciudad. Nadie podía entrar ni salir. La ingeniería militar romana transformó el campo de batalla. El paisaje se convirtió en una herramienta de sometimiento.
El objetivo era claro: rendir Numancia por hambre, no por combate. Así, el texto presenta la guerra como una empresa lógica, no pasional. Roma se impone por orden, no solo por fuerza. Apiano, sin embargo, escribe desde la óptica romana. No recoge la perspectiva celtíbera. No menciona el sufrimiento, la escasez o la desesperación de los sitiados. Su relato enfatiza la grandeza romana. Omite la tragedia del vencido.
Contrariamente a esta visión, otros relatos futuros mostrarán a Numancia como símbolo de resistencia heroica. Se celebrará el suicidio colectivo de sus habitantes como acto de libertad. Numancia pasará a representar la dignidad frente a la opresión. El asedio también revela cómo Roma utilizaba la guerra como instrumento de dominio político. Las estructuras militares no solo vencían cuerpos, sino que destruían voluntades. Esta guerra fue también psicológica y simbólica.
Así, Apiano legitima el imperialismo romano como una fuerza civilizadora. La superioridad de Roma no es solo militar, sino moral. Presenta a Roma como inevitable. El enemigo debía ser vencido, porque se resistía al orden. Numancia fue el último bastión de la resistencia celtíbera. Su caída marcó el final de una era. A partir de entonces, Roma consolidará su presencia en la Meseta. La resistencia se trasladará al norte, donde años después comenzarán las Guerras Cántabras. La narración de Apiano, aunque parcial, tiene gran valor historiográfico. Nos permite entender cómo Roma entendía y justificaba su expansión. Aún así, exige una lectura crítica y comparada.
Conclusión. Toma de Numancia
En definitiva, el fragmento de Apiano sobre la toma de Numancia constituye una pieza clave para comprender no solo la historia militar de Roma en Hispania, sino también los mecanismos ideológicos mediante los cuales el Imperio justifica su expansión. El relato, meticuloso y técnico, ensalza la eficiencia romana, la disciplina del ejército, y el uso de la ingeniería militar como herramienta política.
Además, permite advertir cómo la guerra, lejos de ser un caos, se convierte aquí en una expresión racional de poder, en la que cada acción —cada torre, cada foso, cada muro— responde a un diseño previamente calculado. En consecuencia, el enemigo es derrotado no solo por las armas, sino también por la superioridad estructural del modelo romano.
Por otro lado, la ausencia de la voz de los numantinos en el relato señala los límites de esta fuente: su utilidad como testimonio del poder romano es indudable, pero su silencio sobre el sufrimiento y la heroicidad del vencido exige una lectura crítica y comparada con otras tradiciones.
En la actualidad, Numancia continúa siendo un símbolo poliédrico: mientras para algunos representa la victoria del orden romano, para otros encarna la lucha desesperada por la libertad. Así, estudiar este texto nos permite no solo acercarnos al pasado, sino también reflexionar sobre la forma en que se construye la memoria histórica.
Bibliografía. Toma de Numancia
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- Wikipedia