IDENTIFICACIÓN: Nos encontramos ante un mural anónimo, datado hacia el 7.000 a. C. en la conocida como Cueva de los Caballos ubicada en Valltorta provincia de Castellón.

DESCRIPCIÓN: Se trata de un mural pintado sobre la roca de la cueva, en el que aparece una escena figurativa de caza. Para su realización, debido al color rojizo que predomina en la composición, es posible que el artista utilizara óxido de hierro o manganeso como pigmento, que sería mezclado con grasa animal o tal vez con resinas vegetales a modo de aglutinante. El resultado sería un pigmento pastoso parecido al óleo. Su aplicación se realizaría bien utilizando los dedos, o lo que parece más probable, con rudimentarios pinceles realizados con cerdas de animales, con los que sería posible elaborar los finos trazos de las extremidades tanto de animales como de hombres.

Cueva de los Caballos Valltorta Castellón

ANÁLISIS FORMAL: Vemos como el aspecto formal, el artista olvida toda visión naturalista, más propia del arte anterior, para desarrollar una cierta abstracción, reduciendo las figuras a sus rasgos anatómicos básicos y esenciales para su identificación. Se adelanta a la pintura esquemática que se desarrollará en el II Milenio a. C. durante la Edad de los Metales.

Podemos observar que la composición no parece seguir un orden preestablecido, sin embargo observamos cierto ritmo en la disposición tanto de figuras humanas como de animales, que parece responder a la intención del artista. Podemos observar, también,  cierta simetría en la disposición de los hombres frente a los animales a los que van a disparar.

Se adivina también un uso de la perspectiva muy rudimentario, utilizando cierta línea de fuga que iría desde el extremo inferior izquierdo hasta el extremo superior derecho que nos sugiere cierta profundidad en el espacio, y a través de la que se disponen las diferentes figuras.

En cuanto al uso del color, vemos claramente como éste predomina sobre la línea, inexistente incluso en los contornos y un dominio claro del monocromatismo. Para crear cierta ilusión de volumen se utiliza la conocida como “perspectiva torcida” que se expresa mediante la visualización de los pares de patas y astas, sobre todo visible en la composición de los animales, no así en las figuras humanas que parecen excesivamente esquematizadas.

Especial atención merece la figura humana, en la que en ningún momento trata de individualizarse, no apareciendo ningún rasgo distintivo, ni personal ni jerárquico, tampoco aparecen ornamentos, ni adornos, lo que destaca, sin duda, es la utilización de un canon alargado que las estiliza muchísimo y la utilización de formas sinuosas que los dotan de gracilidad, dinamismo y movimiento.

ESTILO: Para ubicar esta pintura en un estilo dentro del Arte Prehistórico, nos basaremos en la aparición de la figura humana en primer lugar, así como en la utilización de un canon alargado para su representación, lo que nos aporta datos suficientes para ubicarla dentro del estilo conocido como “Pintura Levantina” y que se desarrolló entre el 9000 y el 4000 a. C. en la época conocida como Mesolítico.

FUNCIÓN Y SIGNIFICADO: Según los diversos autores, estas pinturas carecen de un significado mágico o religioso como sí tuvieron las Pinturas Cantábricas, más bien parecen escenas de la vida cotidiana, aunque si parece que hubo una intención de constancia o trascendencia a generaciones futuras y es posible que los abrigos en los que se encuentran fueran lugares sagrados, donde se practicaran rituales religiosos durante años. Entre las pinturas encontradas existen infinidad de escenas que carecen de conexión, pueden tratarse de danzas rituales como en Cogull (Lérida), recolección de frutas como en Bicorp (Valencia) o esta misma.

COMENTARIO: La Pintura Levantina, a pesar de su nombre, se extiende en un amplio marco geográfico desde Escandinavia hasta el Norte de África. Hacia el 9000 a. C. finaliza la glaciación Würm, dando comienzo al Mesolítico, una etapa de transición entre el Paleolítico y el Neolítico que se caracteriza, por el uso de nuevas herramientas, nuevas formas de asentamiento, y sobre todo, una nueva relación con la naturaleza, que se aleja de la hostilidad de la glaciación, y tiene su reflejo en este tipo de pinturas, donde el ser humano comienza a ser protagonista, quizá desde una conciencia de dominio de ciertos aspectos de la naturaleza. Así, los artistas comienzan a reflejar su modo de vida, bien sea con escenas de caza, combates, desfiles o danzas, sin mayor significado simbólico, sino quizás, sólo como una forma de trascender a las generaciones futuras. La Pintura Levantina, hoy declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, parece heredar ciertas técnicas pictóricas del Paleolítico como el uso de los pigmentos y su forma de aplicación bien sea con los dedos o con rudimentarios pinceles de cerdas de animal, sin embargo, su estilo es totalmente distinto, dinámico, sinuoso, grácil, estilizado que parece no tener continuidad más allá del 4000 a. C. cuando comienzan a darse los primeros asentamientos Neolíticos.