Comentario Cueva de Lascaux
Clasificación
Las pinturas de la Cueva de Lascaux, situada en Montignac (Dordoña, Francia), pertenecen al Paleolítico Superior, en concreto al Magdaleniense antiguo o Solutrense final, aproximadamente entre el 17.000 y el 15.000 a.C.. Estas manifestaciones artísticas forman parte del arte rupestre franco-cantábrico, caracterizado por su estilo figurativo y naturalista. Lascaux fue descubierta en 1940 por un grupo de adolescentes y se convirtió rápidamente en un icono del arte prehistórico. Debido a su extraordinario valor, fue incluida por la UNESCO en el listado del Patrimonio Mundial en 1979 como parte del conjunto de cuevas del valle del Vézère. A causa de problemas de conservación, la cueva original está cerrada al público, y hoy se visita su réplica, Lascaux II.
Descripción
Las pinturas de Lascaux se extienden a lo largo de más de 2000 figuras, repartidas en varias salas. Entre ellas destacan la Sala de los Toros, el Ábside, el Divertículo Axial y la Nave. Principalmente, se representan animales: toros, caballos, ciervos, cabras, bisontes y un único ser humano. El repertorio iconográfico incluye también signos geométricos y abstractos.
Las técnicas utilizadas abarcan el trazado lineal, el dibujo con carbón, el uso de pinceles rudimentarios y el soplado de pigmentos. Generalmente, se empleaban pigmentos minerales como óxidos de hierro (rojos y ocres), manganeso (negros) y arcillas. Las figuras se adaptan perfectamente al relieve natural de las paredes, lo cual genera un efecto tridimensional sorprendente.
Como resultado, las pinturas de Lascaux no son solo representaciones visuales, sino una forma compleja de comunicación simbólica. Aún así, su significado último sigue siendo objeto de debate.
Análisis
La línea es segura, fluida y expresiva. Especialmente en los contornos de toros y caballos, el trazo refleja precisión y naturalismo. Las proporciones se respetan, y en algunos casos se exageran ciertos rasgos, como cuernos o crines. De este modo, se consigue una imagen potente y viva.
El volumen se sugiere por medio de sombreado, zonas de color plano y aprovechamiento del relieve. Específicamente, en la Sala de los Toros, el uso de la curvatura de la roca refuerza la sensación de profundidad.
La perspectiva no sigue las reglas lineales modernas, pero sí hay superposición de figuras y ajuste de tamaños para crear cierto orden espacial. El color se utiliza con intención simbólica. Los tonos cálidos dominan, pero también hay negros y grises que aportan contraste.
La luz no se representa como fuente directa, sin embargo, el contraste entre fondo y pigmento produce un efecto visual fuerte. Además, el uso de antorchas durante la ejecución habría influido en la percepción dinámica de las imágenes.
La composición es abierta pero organizada. Algunas escenas presentan agrupaciones ordenadas. En la Nave, por ejemplo, los bisontes parecen formar una procesión. En cuanto al movimiento, es evidente en figuras en carrera, con patas extendidas o cabezas giradas. Así pues, el dinamismo es una de sus grandes cualidades.
Finalmente, la expresividad se logra sin gestos faciales, pero con posturas y trazos que transmiten fuerza y energía.
Comentario histórico-artístico
La Cueva de Lascaux se desarrolla en un momento en que el hombre paleolítico ya ha alcanzado un alto grado de madurez técnica y simbólica. Sus sociedades eran nómadas, dependientes de la caza y la recolección, pero dotadas de una estructura espiritual compleja.
Debido a la ubicación de las pinturas en zonas profundas, alejadas de la luz solar, se cree que tenían una función ritual o mágica. Las figuras no ilustran una escena cotidiana, sino una dimensión simbólica. Algunos investigadores, como David Lewis-Williams, sostienen que estas imágenes reflejan experiencias visionarias o rituales de iniciación.
A diferencia de otras cuevas, Lascaux destaca por su monumentalidad, naturalismo y variedad. La presencia de un único ser humano —el hombre caído de la escena del “Pozo”— es excepcional y refuerza el carácter enigmático del lugar. Además, los signos abstractos podrían corresponder a un sistema simbólico primitivo, quizá un proto-lenguaje gráfico.
Comparada con Altamira o Chauvet, Lascaux es una síntesis de los recursos técnicos y espirituales del arte paleolítico. Por eso, se la conoce como “la Capilla Sixtina del Paleolítico”.
En el siglo XX, artistas como Picasso y Miró encontraron en estas pinturas una fuente de inspiración. Evidentemente, el arte contemporáneo ha bebido de estas expresiones primeras, que aún hoy nos conmueven por su belleza y misterio.
Conclusión. Comentario de la cueva de Lascaux
Finalmente, las pinturas de Lascaux representan una cumbre del arte paleolítico. Su complejidad, calidad técnica y simbolismo la convierten en una de las expresiones más impresionantes del pensamiento humano primitivo. De hecho, revelan una sensibilidad estética y una capacidad simbólica equiparables a la del arte moderno.
Así, Lascaux no es solo un testimonio arqueológico: es una obra de arte universal. A pesar del tiempo transcurrido, sigue emocionando, enseñando y cuestionando. Por consiguiente, su preservación y estudio deben seguir siendo una prioridad para la historia del arte y para la humanidad en general.
Bibliografía. Comentario de la cueva de Lascaux
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- Wikipedia