Díptico Consular Aerobindus. Comentario

Díptico Consular Aerobindus. Comentario


Díptico Consular Aerobindus. Comentario


Clasificación

El Díptico Consular Aerobindus fue tallado en el año 506 d.C. en un taller de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino. Esta obra, cuyo autor permanece anónimo, es un ejemplo refinado del estilo bizantino temprano, con fuertes reminiscencias del arte romano tardío. Está elaborada en marfil de elefante mediante la técnica del bajorelieve y se conserva actualmente en el Musée de Cluny de París. A fin de cuentas, se trata de un objeto ceremonial destinado a celebrar la toma de posesión del consulado por parte de Flavio Areobindo Dagalaifo, personaje de alta relevancia en la aristocracia bizantina. Su estado de conservación es excelente, lo que permite estudiar en detalle tanto su programa iconográfico como su ejecución técnica.


Descripción

Este díptico es una obra figurativa simbólica. Representa a Areobindo sentado sobre un trono, en postura frontal, lo que acentúa su poder y solemnidad. En la mano derecha sostiene el mappa circensis, pañuelo que simbolizaba la inauguración de los juegos públicos. En la izquierda, un cetro coronado con una figura. En el nivel inferior, dos sirvientes reparten bolsas, signo de la largitio, o entrega de regalos al pueblo.

La escultura es un relieve de bulto plano, trabajado finamente en marfil, con una técnica que sugiere profundidad sin alcanzarla. La escena es ceremonial y política, con un claro propósito de exaltar el poder consular y su vinculación con la tradición romana. Asimismo, el fondo está decorado con columnas corintias y un frontón con decoración vegetal, elementos que confieren un aire arquitectónico a la escena. Es evidente que el objetivo no era retratar a Areobindo como individuo, sino como arquetipo del poder legítimo y ordenado.


Análisis

El volumen general es plano, pero está inteligentemente estructurado en registros horizontales y verticales. La composición es axial, perfectamente equilibrada. El personaje principal se sitúa en el centro, mientras que los asistentes y elementos decorativos se distribuyen simétricamente. La proporcionalidad responde a criterios jerárquicos, no naturalistas.

En cuanto al movimiento, las figuras están congeladas en posturas rígidas. No hay dinamismo, lo cual era habitual en este estilo. Efectivamente, esto transmite solemnidad y permanencia. Las texturas están tratadas con gran detalle, especialmente en los pliegues del ropaje, los cabellos y los elementos arquitectónicos. Aunque no queda rastro de policromía, el marfil pulido ofrece una riqueza cromática propia.

La expresividad está contenida. Los rostros son inexpresivos, lo que refuerza su función simbólica. De este modo, se suprime toda emoción humana en favor de la idealización. Por consiguiente, se privilegia la representación del poder sobre la individualidad.


Comentario

La obra se inscribe en un momento clave: el inicio del siglo VI, cuando Bizancio consolidaba su autonomía cultural respecto a Roma. Aunque se mantiene la iconografía imperial clásica, se reinterpreta bajo nuevos códigos visuales. Especialmente, el arte se orienta hacia la frontalidad, la simetría y el hieratismo, cualidades todas visibles en este díptico.

Este tipo de esculturas tenían una función clara: exaltar el cargo consular, reforzar los vínculos políticos mediante el intercambio de regalos y propagar el modelo ideal de gobierno. Por eso, los dípticos no eran meros objetos estéticos, sino herramientas de legitimación. De hecho, al distribuirse entre senadores, funcionarios y aliados, estos objetos transmitían una imagen cohesionada del poder.

El estilo bizantino temprano, a diferencia del arte clásico, abandona el naturalismo y se vuelca en el simbolismo. Los rasgos más destacados de esta etapa son:

  • Frontalidad y simetría

  • Esquematización anatómica

  • Jerarquía visual

  • Simbolismo político-religioso

  • Decorativismo arquitectónico

No se conocen los nombres de los artistas, porque el arte era una expresión colectiva del poder imperial, no un producto individual. Contrariamente al Renacimiento, el autor era invisible y subordinado al mensaje.

La obra de Areobindo se relaciona con otros dípticos consulares como los de:

  • Boecio (487), conservado en Brescia

  • Probo (406), en Berlín

  • Flavio Anastasio (517), en Londres

Generalmente, estos dípticos responden al mismo esquema: figura central entronizada, acompañantes en registros inferiores y elementos arquitectónicos en el fondo. En consecuencia, constituyen una serie coherente dentro del arte bizantino oficial.


Conclusión. Díptico Consular Aerobindus

Finalmente, el Díptico Consular de Areobindo ofrece un testimonio valioso sobre la evolución del arte en la Antigüedad Tardía. Además de su calidad técnica, destaca por su capacidad para expresar una concepción del poder ya no como virtud individual, sino como símbolo divino y eterno.

Por lo tanto, esta obra contribuye decisivamente al desarrollo del lenguaje visual bizantino, que influirá en el arte cristiano medieval. Posteriormente, su legado puede rastrearse en la iconografía románica y en la estética litúrgica del mundo ortodoxo.

En definitiva, se trata de una pieza clave para comprender cómo el arte se adaptó a nuevas necesidades políticas y espirituales, ofreciendo una visión estilizada y trascendente del orden social.


Bibliografía. Díptico Consular Aerobindus

  • García Enterría, M. (1997). El arte bizantino y su simbolismo. Barcelona: Ediciones del Serbal.

  • Fernández, J. A. (2018). La escultura en el Bajo Imperio Romano. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.

  • Arias Abellán, J. (2013). Bizancio y su legado artístico. Madrid: Akal.

  • Matilla, J. M. (2005). Arte y cultura en el Imperio Bizantino. Madrid: Cátedra.

  • Almagro-Gorbea, M. (2000). Arte y poder en la Antigüedad Tardía. Madrid: Fundación MAPFRE.

  • Wikipedia

 

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