
Apolo Sauróctono comentario
Apolo Sauróctono comentario
Clasificación
El Apolo Sauróctono es una escultura atribuida al célebre escultor griego Praxíteles, activo en el siglo IV a.C., específicamente en la segunda mitad de dicho siglo. Esta obra se inserta en el periodo del Clasicismo tardío, etapa de transición hacia el helenismo, en la cual la escultura comienza a mostrar mayor dinamismo, naturalismo y sensualidad. Aunque el original fue realizado en bronce, se ha perdido, y hoy se conocen diversas copias romanas en mármol, entre las que destacan las conservadas en el Museo del Louvre y en los Museos Vaticanos. La escultura forma parte del repertorio mitológico griego y representa al dios Apolo en una actitud inusual, acechando un pequeño lagarto. Esta iconografía deriva, posiblemente, de un juego visual o anécdota mitológica menor, introduciendo así una escena íntima y casi anecdótica dentro de la representación divina.
Descripción
La representación del Apolo Sauróctono es decididamente figurativa y naturalista, dado que retrata a una figura humana reconocible con proporciones anatómicas realistas. La obra es una escultura de bulto redondo, lo que permite su contemplación desde múltiples ángulos, y genera un efecto tridimensional que acentúa la corporalidad del dios. El material original, como hemos dicho, era bronce, fundido mediante la técnica de la cera perdida, aunque las versiones más conocidas son en mármol y emplean técnicas de talla directa. Esta escultura pertenece al género mitológico, pero con un enfoque más cotidiano que heroico. La escena presenta al joven Apolo apoyado en un árbol, ligeramente inclinado hacia adelante, con el brazo alzado mientras acecha a un pequeño saurio (lagarto), que sube por el tronco. La fuente iconográfica es probablemente una invención del propio Praxíteles, aunque algunos la relacionan con pasajes de la literatura helénica que retratan a los dioses en momentos de ocio o juego. A pesar de su sencillez aparente, esta escena permite una representación cargada de tensión, sensualidad y ambigüedad.
Análisis
El volumen de la escultura es estilizado, con un cuerpo adolescente de líneas suaves y proporciones esbeltas. La postura en contrapposto, marca registrada de Praxíteles, genera un equilibrio dinámico entre tensión y relajación. Así mismo, el movimiento está sugerido más que explicitado, transmitiendo una quietud expectante que contrasta con el gesto latente de atacar al lagarto. La composición es vertical, centrada en el eje que forman el cuerpo del dios y el tronco del árbol, lo que crea una sensación de armonía y serenidad.
Respecto a la proporcionalidad, la escultura sigue cánones ideales, con una anatomía correcta pero suavizada, en sintonía con la estética sensual del autor. Las texturas se trabajan de forma detallada: la piel del dios aparece lisa y pulida, mientras que el tronco del árbol y la superficie del lagarto introducen un contraste táctil evidente. El color, aunque ausente en las copias actuales, pudo haber estado presente en el original en bronce mediante pátinas o incluso policromía. La expresividad es contenida; el rostro de Apolo revela concentración, no dramatismo, con un gesto casi enigmático, propio de la búsqueda de belleza idealizada y no de emociones explícitas.
Comentario
El estilo del Clasicismo tardío griego, donde se sitúa esta obra, surge tras el esplendor del siglo V a.C., y se extiende hasta la llegada del periodo helenístico en el 323 a.C., con la muerte de Alejandro Magno. Este estilo aparece en Atenas, aunque pronto se difunde a otras regiones del ámbito helénico, influenciando a ciudades como Pérgamo, Rodas y Alejandría. Además, se verá reflejado posteriormente en el arte romano, que copiará muchas de estas obras.
Este nuevo lenguaje escultórico se desarrolla en un contexto de inestabilidad política, resultado de las guerras del Peloponeso, y una transformación en el modelo ciudadano. Ahora bien, el arte responde con una tendencia hacia lo íntimo, lo emocional y lo sensorial, abandonando en parte los ideales heroicos. Así, los artistas buscan representar a los dioses como seres accesibles, humanos, incluso vulnerables.
La función del Apolo Sauróctono no es religiosa ni propagandística, sino estética y probablemente decorativa, pensada para deleitar y provocar admiración. Es importante señalar que sus rasgos estilísticos —figuras juveniles, actitudes relajadas, superficies pulidas— marcan un claro alejamiento del canon rígido del clasicismo severo. En este sentido, Praxíteles se convierte en figura clave al introducir una nueva sensibilidad escultórica que influirá durante siglos. Sus obras se inspiran en la tradición ática, aunque incorporan una mayor introspección y dulzura, configurando un nuevo ideal de belleza.
Entre las obras escultóricas más representativas de este estilo están, además del Apolo Sauróctono, el Hermes con el niño Dionisos, también atribuido a Praxíteles, y la Afrodita de Cnido, primera representación desnuda de una diosa. Estas piezas consolidan la reputación del escultor como maestro de lo sensual y lo elegante. Praxíteles, así como otros escultores como Escopas y Lisipo, gozan de alta consideración en la sociedad griega, siendo artistas con identidad propia, cuyas firmas son valoradas como garantía de calidad.
Conclusión. Apolo sauróctono comentario
En definitiva, el Apolo Sauróctono constituye una de las obras más significativas del final del clasicismo griego. Aunque en apariencia simple, esta escultura representa un cambio radical en la forma de concebir a las divinidades: no ya como entes majestuosos e inaccesibles, sino como seres próximos, juveniles y lúdicos. Además, Praxíteles marca con esta obra una transición estética hacia el naturalismo emocional que luego dominará el periodo helenístico.
El impacto de esta escultura no termina en la Antigüedad. Eventualmente, influirá en el arte del Renacimiento —particularmente en escultores como Donatello y Cellini— y más adelante en el Neoclasicismo del siglo XVIII. En el siglo XX, su concepto de belleza ideal, su tratamiento de la juventud y su dinamismo contenido inspiran a escultores y artistas contemporáneos que exploran la sensualidad, el cuerpo humano y la representación simbólica de la divinidad desde una nueva mirada. Concluyendo, esta escultura se erige no solo como testimonio del genio praxiteliano, sino también como símbolo del tránsito de una era del arte hacia otra más humana, más sensible y más compleja.
Bibliografía. Apolo sauróctono comentario
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García Gual, C. (2007). La belleza en la Grecia antigua. Madrid: Siruela.
- Wikipedia