El moscóforo

El Moscóforo


El Moscóforo


Clasificación

El Moscóforo, también conocido como el “portador del ternero”, es una escultura griega del periodo arcaico, datada entre 570 y 560 a.C., y procedente de la Acrópolis de Atenas. Fue descubierta en 1864 durante excavaciones en el sector sur del santuario. Actualmente, se conserva en el Museo de la Acrópolis. Su autor es anónimo, aunque pertenece claramente a un taller ático. Está realizada en mármol del Monte Himeto y alcanza una altura de 1,65 metros. La escultura fue concebida como ofrenda votiva dedicada a Atenea, según indica una inscripción en su base, hecha por Rombos, hijo de Palos. Así, esta obra se inscribe en el contexto religioso y artístico del arcaísmo ateniense.


Descripción

El Moscóforo es una escultura figurativa, de carácter naturalista idealizado. Representa un joven barbado, de pie, portando un ternero vivo sobre sus hombros. La obra es un ejemplo de bulto redondo, con tratamiento tridimensional pensado para ser observado desde todos los ángulos. El joven aparece desnudo, a excepción de un manto que le cae sobre los hombros y la espalda, dejando expuesto el torso. Sostiene las patas delanteras del animal con ambas manos, formando así una clara figura en “X”, lo que integra ambas figuras en una sola estructura compositiva. El rostro del joven presenta la típica sonrisa arcaica y muestra unos ojos originalmente decorados con materiales vítreos o piedras insertadas. Aunque hoy aparece fragmentada, la escultura conserva su expresividad simbólica, y el tema representado puede relacionarse con un acto de devoción religiosa o sacrificio.


Análisis

El volumen de la escultura está cuidadosamente equilibrado. Tanto el cuerpo del joven como el del ternero están modelados con proporciones armoniosas. Así, ambos forman un conjunto compacto y coherente. A pesar de su aparente rigidez, la escultura muestra una clara intención de captar un instante de movimiento.

El movimiento se sugiere mediante el adelantamiento de la pierna izquierda. Aunque la postura general es estática, la tensión en los brazos y la disposición del ternero aportan dinamismo a la escena. De este modo, se combina el hieratismo arcaico con un incipiente sentido narrativo.

La composición es simétrica y frontal, lo que evidencia la herencia egipcia. Sin embargo, la integración del animal en la figura humana introduce un grado de complejidad innovador. Por tanto, no se trata de una figura rígida, sino de una escena orgánica.

La proporcionalidad responde a los cánones del arcaísmo. El cuerpo del joven está idealizado, con músculos marcados pero simplificados. Además, la barba y el peinado sugieren una estilización decorativa.

En cuanto a las texturas, el mármol ha sido trabajado con cuidado para diferenciar la superficie del manto, el pelaje del animal y la piel humana. Así, el tratamiento varía según la zona. El detalle en las orejas, los ojos y las patas del ternero refleja un dominio técnico sobresaliente para su época.

El color se ha perdido, pero estudios han demostrado que estas esculturas se pintaban. El Moscóforo habría tenido pigmentos en el cabello, el manto, la piel y los ojos. Así pues, la percepción original era mucho más vívida que la actual.

La expresividad se concentra en el rostro. La sonrisa arcaica, aunque convencional, sugiere un estado de serenidad. A través de ella, se transmite una sensación de equilibrio espiritual. El gesto del joven no expresa esfuerzo, sino devoción y generosidad.


Comentario

El Moscóforo se inscribe dentro de las producciones del periodo arcaico griego, el cual se extiende aproximadamente desde el siglo VIII hasta el siglo VI a.C. Durante esta etapa, se consolidaron las formas escultóricas fundamentales que más tarde evolucionarían hacia el clasicismo. En ese contexto, la escultura ática comenzó a destacarse por su interés en la proporción y el naturalismo.

Primero que nada, es necesario destacar que la función del Moscóforo fue votiva. Fue una ofrenda religiosa, testimonio de la piedad de un ciudadano hacia su diosa protectora. Así, su contexto es profundamente devocional y cívico. A diferencia de los kouroi, que representaban ideales masculinos genéricos, el Moscóforo representa un individuo concreto que ejecuta una acción simbólica.

Por otra parte, esta escultura muestra una integración inédita entre figura humana y animal. Esta fusión genera una narrativa contenida en el mármol, que rompe con la rigidez típica de otras esculturas de la época. Por consiguiente, podemos considerarla como una obra pionera en la introducción del relato simbólico dentro del lenguaje plástico.

Además, el Moscóforo muestra influencias egipcias, especialmente en su simetría y frontalidad. Sin embargo, las adapta a una sensibilidad griega en la que lo humano adquiere una importancia central. El joven no es un dios, sino un devoto, un ciudadano.

Entre los rasgos del estilo arcaico que la obra ejemplifica, destacan:

  • La sonrisa arcaica

  • La frontalidad estática

  • La idealización anatómica

  • La geometrización de rasgos corporales

A continuación, debe señalarse que la escultura del Moscóforo influyó en la evolución hacia el clasicismo. Su naturalismo incipiente anticipa logros posteriores como los de Kritios o Mirón. En particular, obras como el Kouros de Anavyssos o el Efebo de Kritios continúan la línea estética iniciada por el Moscóforo.

Finalmente, aunque se desconoce el nombre de su escultor, es posible que perteneciera a uno de los talleres áticos formados por discípulos de maestros como Dipoinos y Skyllis, activos durante este periodo. Su estilo sugiere una transición técnica y conceptual muy significativa.


Conclusión. El Moscóforo

Concluyendo, el Moscóforo representa una obra clave dentro del arte arcaico griego. En ella se fusionan elementos formales tradicionales con una nueva visión humanista del arte. Su principal innovación reside en la integración narrativa, mediante la cual una acción simbólica –el sacrificio animal– se convierte en objeto escultórico.

Evidentemente, esta obra marcó un precedente en la evolución del tratamiento del cuerpo humano. Además, su naturalismo, aunque incipiente, inspiró a generaciones posteriores de escultores. Como resultado, el Moscóforo debe ser considerado no solo una pieza religiosa, sino también una obra maestra que anticipa el equilibrio formal y espiritual del arte clásico.

Su influencia puede rastrearse hasta épocas muy posteriores. En el arte cristiano, por ejemplo, el “Buen Pastor” mantiene la iconografía del portador. De este modo, el Moscóforo trasciende su tiempo y lugar, insertándose en una genealogía visual que llega hasta la Edad Media.


Bibliografía. El Moscóforo

  • Boardman, J. (1991). La escultura griega: el periodo arcaico. Madrid: Alianza Editorial.

  • Richter, G. M. A. (1970). La escultura griega arcaica. Madrid: Ediciones Cátedra.

  • Bianchi Bandinelli, R. (1984). El arte de la antigua Grecia. Madrid: Alianza Editorial.

  • Charbonneaux, J. (1968). La escultura griega. Barcelona: Ediciones Destino.

  • Hurwit, J. M. (1985). The Art and Culture of Early Greece, 1100–480 B.C.. Ithaca: Cornell University Press.

  • Wikipedia
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