ABD AL-RAHMAN SE PROCLAMA CALIFA
“En el nombre de Dios clemente y misericordioso. Bendiga Dios a nuestro honrado Profeta Mahoma.
Los más dignos de reivindicar enteramente su derecho y los más merecedores de completar su fortuna y de revestirse de las mercedes con que Dios Altísimo nos ha favorecido con ello, ha mostrado su preferencia por nosotros, ha elevado nuestra autoridad hasta ese punto, nos ha permitido obtenerlo por nuestro esfuerzo, ha extendido nuestra fama por el mundo, ha ensalzado nuestra autoridad por las tierras, ha hecho que la esperanza de los mundos estuviera pendiente de Nosotros […]. En consecuencia, hemos decidido que se nos llame con el título de Príncipe de los Creyentes, y que en las cartas, tanto las expidamos como las que recibamos, se nos dé dicho título, puesto que todo el que lo usa, fuera de nosotros, se lo apropia indebidamente, es un intruso en él, y se arroga una denominación que no merece. […] Ordena, por tanto, al predicador de tu jurisdicción que emplee dicho título, y úsalo tú de ahora en adelante cuando nos escribas”.
Crónica anónima de Abd al-Rahman al-Nasir, siglo X.
ABD AL-RAHMAN SE PROCLAMA CALIFA (929 d.C.)
CLASIFICACIÓN
El texto pertenece a una crónica anónima del siglo X que recoge el momento en que Abd al-Rahman III, emir de Córdoba desde 912, se proclama califa en el año 929. Esta proclamación marca el inicio del Califato omeya de Córdoba, y con ello, un nuevo periodo político, ideológico y religioso en la historia de Al-Ándalus.
Se trata de una fuente primaria de naturaleza político-religiosa, redactada con carácter oficial o semi-oficial, y difundida con el fin de legitimar la nueva dignidad califal del monarca. Su carácter es público, ya que va dirigida a los gobernadores, jueces y emisarios de todo el territorio andalusí, con el objetivo de ordenar el uso del título de “Príncipe de los Creyentes” (Amīr al-Muʾminīn) en la administración y en la liturgia. La intencionalidad es claramente propagandística y doctrinal, pues busca afirmar la supremacía religiosa y política de Abd al-Rahman III frente a otros califas rivales, especialmente los abasíes en Bagdad y los fatimíes en el norte de África.
El documento se sitúa en el año 929 d.C. (317 H.), en la ciudad de Córdoba, entonces capital del emirato, que a partir de este momento se convierte en la sede de un califato independiente y soberano.
ANÁLISIS
La idea principal del texto es proclamar oficialmente la adopción del título de califa por parte de Abd al-Rahman III, justificándolo como un derecho legítimo concedido por Dios y negando validez a cualquier otro que lo ostente.
Ideas secundarias destacadas:
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Justificación teológica del poder: Abd al-Rahman afirma que su autoridad proviene directamente de la voluntad divina, lo que legitima su ascenso al rango califal.
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Derecho exclusivo al título: El texto declara ilegítimo a todo aquel que use el título de califa sin haber sido favorecido por Dios de manera análoga.
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Universalidad del califato: Se alude al alcance global de su fama y poder, reforzando la idea de que Córdoba es ahora el nuevo centro del islam legítimo.
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Mandato institucional: Se ordena explícitamente que el título se utilice en toda correspondencia oficial y en las prédicas religiosas (jutba), con lo cual se institucionaliza el nuevo régimen.
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Rechazo de intrusos: Se condena implícitamente a los otros califas rivales (abbasíes y fatimíes), a quienes se acusa de usurpar un título que no les corresponde.
COMENTARIO
La proclamación de Abd al-Rahman III como califa en el año 929 fue un acontecimiento de gran trascendencia para la historia de Al-Ándalus y del islam occidental. Hasta entonces, los emires omeyas de Córdoba habían gobernado de facto de manera independiente, pero sin disputar formalmente la supremacía religiosa que ostentaban los califas abasíes de Bagdad desde el año 750.
El presente texto, sin embargo, cambia radicalmente esa situación. Abd al-Rahman III no solo declara su independencia política, sino que se autoproclama líder espiritual de la umma islámica, es decir, de la comunidad de creyentes. Esta decisión responde a un contexto específico: por un lado, el declive del prestigio de los abasíes, sumidos en crisis internas; por otro, el ascenso del califato fatimí en el norte de África, de doctrina chií, que representaba una amenaza religiosa y geopolítica directa para Al-Ándalus.
Desde esta perspectiva, la proclamación del califato cordobés debe entenderse como una respuesta estratégica a la competencia ideológica en el mundo islámico. Abd al-Rahman III busca neutralizar la influencia fatimí sobre los musulmanes del Magreb occidental, disputándoles la legitimidad del liderazgo espiritual. Al mismo tiempo, el gesto refuerza su poder ante los musulmanes andalusíes, dotando de una nueva dimensión religiosa a su autoridad.
El contenido del texto refleja todos estos objetivos. En él, se combina una retórica de exaltación divina del poder, propia de la teología política islámica, con una orden práctica y administrativa: el uso obligatorio del título califal en la correspondencia y en las prédicas. Así se sella simbólicamente y jurídicamente el nacimiento del Califato omeya de Córdoba, que perdurará hasta 1031.
Además, el texto constituye una pieza clave de propaganda política. No hay aquí una argumentación jurídica detallada sobre la sucesión profética (como la de los chiíes o los juristas abásidas), sino una afirmación directa de la voluntad de Dios. El poder de Abd al-Rahman no necesita justificación legalista: se presenta como resultado de la elección divina, de su éxito en el gobierno y de su prestigio entre los musulmanes.
Históricamente, este califato supuso el punto más alto de esplendor de Al-Ándalus, tanto en términos políticos como culturales. Córdoba se convirtió en una metrópoli de referencia, con una corte brillante, una administración centralizada y un poder militar que dominaba gran parte del sur de la península y ejercía influencia sobre el Magreb. La proclamación del califato fue, pues, tanto un acto político como un símbolo de madurez estatal.
CONCLUSIÓN. Abd al-Rahman se proclama califa
La autoproclamación de Abd al-Rahman III como califa no solo marcó una ruptura formal con el mundo islámico oriental, sino que transformó el emirato de Córdoba en un estado plenamente soberano, dotado de legitimidad religiosa y proyección universal. El texto analizado articula esta proclamación con una retórica poderosa que mezcla fe, autoridad y destino.
Lejos de ser un acto meramente simbólico, este gesto tuvo efectos inmediatos y duraderos: reforzó el control interno, bloqueó la influencia fatimí en el norte de África y situó a Córdoba como uno de los tres centros del islam mundial en el siglo X, junto a Bagdad y El Cairo.
Este documento ilustra, por tanto, cómo en la historia del islam, la política y la religión se entrelazan profundamente, y cómo la lucha por el título de califa no es solo una cuestión teológica, sino también una herramienta de poder, legitimación y hegemonía internacional.
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Crónica anónima de Abd al-Rahman III. (1992). En L. Molina (Ed.), Textos sobre el Califato de Córdoba. Madrid: CSIC.
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