«Cuentan algunos historiadores que el primero que reunió a los fugitivos cristianos de España, después de haberse apoderado de ella los árabes, fue un infiel llamado Pelayo, natural de Asturias, en Galicia, al cual tuvieron los árabes como rehén para seguridad de la gente de aquel país, y huyó de Córdoba en tiempo de Al-Hurr ben Abd al-Rahman al-Thaqafi, segundo de los emires árabes de España, en el año sexto después de la conquista, que fue el 98 de la Hégira [716-717]. Sublevó a los cristianos contra el lugarteniente de Al-Hurr, le ahuyentaron «y se hicieron dueños del país, en el que permanecieron reinando, ascendiendo a veintidós el número de los reyes suyos que hubo hasta la muerte de Abd al-Rahman III.
Dice Isa ben Ahmad al-Razi que en tiempos de Anbasa ben Suhaim Al-Qalbi, se levantó en tierra de Galicia un asno salvaje llamado Pelayo. Desde entonces empezaron los cristianos en Al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder, lo que no habían esperado lograr. Los islamitas, luchando contra los politeístas y forzándoles a emigrar, se habían apoderado de su país hasta llegar a Ariyula, de la tierra de los francos, y habían conquistado Pamplona en Galicia y no había quedado sino la roca donde se refugió el rey llamado Pelayo con trescientos hombres.
Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres. Y no tenían qué comer sino la miel que tomaban de la dejada por las abejas en las hendiduras de la roca. La situación de los musulmanes llegó a ser penosa, y al cabo los despreciaron diciendo: «Treinta asnos salvajes ¿qué daño pueden hacernos?» En el año 133 murió Pelayo y reinó su hijo Fávila. El reinado de Pelayo duró diecinueve años, y el de su hijo dos. Después de ambos reinó Alfonoso, hijo de Pedro, abuelo de los Banu Alfonso, que consiguieron prolongar su reino hasta hoy y se apoderaron de lo que los musulmanes habían tomado.»
Nath al-tib, (Historia de Al-Ándalus) por al-Maqqari.
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Don Pelayo en la Batalla de Covadonga |
«Los soldados no cesaron de atacarle hasta que sus soldados murieron de hambre y no quedaron en su compañía sino treinta hombres y diez mujeres»
CLASIFICACIÓN: Nos encontramos ante un fragmento de Nath al-Tib, una Historia de Al-Andalus escrita por al-Maqqari hacia el siglo XVII. Se trata de un texto de naturaleza historiográfica al ser fruto de la investigación histórica, no obstante el fragmento, es una noticia recopilada por el autor, seguramente de al-Razi o de la conocida como «Crónica del Moro Rasis» escrita en el siglo X que tendrá un valor hitorico-literario, ya que no es fruto de la investigación y posee rigor científico. Se trata por tanto de una fuente secundaria, con una intención didáctica o divulgativa, de carácter público con destino a un lector culto.
ANÁLISIS: La idea principal que se esgrime en el texto es la de la Batalla de Covadonga en el año 722, que supone la primera derrota del imperio Omeya en Occidente. Además se exponen otras ideas que relacionamos a continuación:
En el primer párrafo, se relata como Pelayo escapó de las manos de Al-Hurr estando preso en Córdoba, huyendo hacia Galicia y sublevando a sus gentes contra el gobierno del emirato, dice textualmente «ascendiendo a 22 el número de reyes que le sucedieron hasta la muerte de Abd al-Rahman III«, de lo que se desprende la idea de que al-Razí consideró como un éxito la sublevación de Pelayo contra los musulmanes.
En el segundo párrafo, se expresa la idea de que la batalla de Covadonga constituye el hecho inicial de la reconquista cristiana según la cita «Desde entonces empezaron los cristianos en Al-Ándalus a defender contra los musulmanes las tierras que aún quedaban en su poder». También califica a Pelayo como «rey» dando a entender que ya se había constituido una nueva entidad política.
En el último párrafo, se pone de manifiesto el desprecio que los musulmanes tuvieron por la resistencia de Pelayo, a la calificaron de «treinta asnos salvajes«. Y de cómo «consiguieron mantener su reino hasta el día de hoy (siglo XVII), y arrebatar lo que los musulmanes habían quitado a los cristianos«. Donde se vuelve a afirmar el error de no acabar con la resistencia astur que tras ocho siglos llevaría al final de la provincia de Al-Ándalus.
COMENTARIO: En general, suele considerarse la batalla de Covadonga en el 722 como el inicio de la Reconquista. Podemos decir, que esta batalla es la primera derrota musulmana en Occidente, más tarde seguida por la derrota de Poitiers en el 732 de manos del rey de los francos Carlos Martel.
El inicio de la resistencia, parte de la negación de Pelayo y sus gentes de pagar los impuestos de los dimnies, chizyá y jarach, lo que motivó que se pertrecharan las tropas al mando de Alcaman para hacer sucumbir a los insumisos. Es posible, que Pelayo, aprovechara su conocimiento del terreno planeando la batalla en un lugar con difícil acceso y que dificultara los movimientos, haciendo que el número de combatientes no supusiera una ventaja.
Tras la derrota, parece que el gobernador de Al-Ándalus, no viendo una amenaza en los astures, desistiera en la conquista del territorio. Lo que dio pie a la formación de una entidad política, que fue consolidándose poco a poco, llegando, en épocas posteriores a erigirse en herederos del estado visigodo, en lo que se ha venido en llamar «neogoticismo asturleonés» por Sánchez Albornoz. En los reinados de Alfonso II (791-842) y Alfonso III (866-910) comienza la restauración del orden gótico, en la constitución política y eclesiástica y la idea de una monarquía continuadora de la visigoda.
Esta idea de la restauración visigoda, más el nuevo culto de Santigo, así como la expansión territorial durante el reinado de Alfonso III, alentarán a la idea de la reconquista de Hispania, a menudo con tintes de cruzada.
Poco a poco irán surgiendo otros focos de resistencia, principalmente en la zona pirenaica, que como Asturias, aprovecha la inaccesibilidad y la orografía como forma de defensa. Uno de esos territorios serán los ducados de Aragón, Sobrarbe y Zaragoza en torno al año 800, bajo el control de los carolingios. Así como Pamplona, bajo la protección de los Banu Qasi de Zaragoza, o la Marca Hispánica que con el tiempo serán los Condados Catalanes. Que también contribuirán a la reconquista del territorio peninsular.
CONCLUSIONES: La carencia de fuentes en la época medieval, convierte a cualquier texto de esta época en una fuente de indudable valor. Para ser crítico con la fiabilidad del texto, es importante conocer la función de sus autores, que podrían ser partícipes de un interés. En el caso de este texto, podemos decir que se ajusta al acontecimiento histórico, y parece gozar de cierta objetividad derivada del paso de los años. El texto desprecia la resistencia cristiana, refiriéndose a ésta como «treinta asnos salvajes», aunque confirma por otro lado, la consolidación del reino, así como su prolongación en el tiempo que permitió recuperar los territorios arrebatados por los musulmanes.
no es Zaragoza, es Ribagorza.
Interesante. Gracias
Una matización a "de manos del rey de los francos Carlos Martel" – yo diría que Carlos Martel no era rey.